Misión a dúo

[color=deepskyblue]Aparecí en el desierto y me senté en una pequeña roca, ¿Por donde empezaba? Gerde me había pedido que le encontrara una flor que, supuestamente solo crecía allí una vez cada 3 años. Saqué de uno de los bolsillos el papel arrugado con la imagen de la planta y suspiré, que dificil iba a ser aquello... y esa calor era sofocante, no podía más. [/color]
[color=deepskyblue]Me quité la armadura y la maya corta que llevaba y las hice desaparecer con la mano, quedándome tan solo con las botas de caminar y la túnica corta que siempre llevaba; por encima me puse el manto que Gerde me había dado para que no me quemara y empezé a andar sin ningún rumbo. Tras caminar más de cuatro horas sin ver nada que no fueran arena, piedras, y un poco de vegetación -ninguna como la planta que yo buscaba- empecé a desesperarme.[/color]

[color=deepskyblue]Hice aparecer de nuevo la cantimplora con agua y empecé a plantearme si no debería crearme algo parecido a un paraguas para el sol, o si más no, buscarme algun animal para ir más deprisa, cuando ví a lo lejos algo que podía parecerse a lo que andaba buscando...[/color]

Bufé; lo que yo decía, los terrícolas podían llegar a ser muy pero que muy pesados e inoportunos.

-No, gracias, estoy aquí esperando a unos amigos. -murmuré sin nisiquiera pararme a pensar que estaba en medio del desierto y sin dignarme a girarme hacía el portador de esa voz; seguí mirando al arbusto con interés, el tronco era demasiado grueso para cortarlo con un cuchillo, y no quería llamar a mi espada allí en medio...

Me bajé la capucha y puse los ojos en blanco; respiré hondo un par de veces para calmarme y me giré hacía el coche, que no resultó ser ningún coche si no una furgoneta.

-Es muy amable por su parte pero ya le he dicho que no, tengo otras cosas que hacer que subirme a una furgoneta antigua y mohosa con un desconocido. Y ahora, ya puedo usted seguir circulando.

Ya me había desecho de las ataduras de manos y pies, y vi con horror como la planta que yo quería reposaba en el sillón del copiloto.

Sonreí para mis adentros al ver como golpeaba con frustación el volante, no era mago, estaba claro, solo poseía el poder de un unicornio pero ni siquiera sabía usarlo... ¿como me había ganado alguien así? toda yo era un fracaso para Gerde; pero decidí aprovechar la situación aunque... ¿para que querría ese individuo la planta que gerde buscaba?

Me levanté sigiliosamente, me acerqué a él y desenvainé en menos de un segundo la daga que escondía en una de mis botas. Desde atrás de su asiento le rodeé el cuello con uno de los brazos y lo amenacé con el filo en este.

-Las manos en alto y donde pueda verlas cielo.

Suspiré para mantenerme fría, ¡encima iba vacilando!

-Abré la puerta del coche, anda. -pedí educadamente sin retirar la daga de su cuello.

Golpeé yo también el volante con frustración como había hecho él minutos antes y lo miré por la ventanilla:

-¿Quién eres?